fuckingreality/putarealidad (I)

11/26/2018

1

alrededor de las paredes, en el interior del cráneo, podía sentir cómo una pequeña tela, gruesa, densa, opaca, se adaptaba a la perfección a cada recoveco, del mismo modo que una bolsa de plástico al vacío da lugar a la unidad morfológica entre continente y contenido

en este caso, por el contrario, era el contenido el que se ajustaba al continente y, en el interior, el vacío. esta sensación le acompañaba cada tarde cuando, tras más de ocho horas frenéticas frente al ordenador, se disponía a abandonar la oficina. y así cada día, y así cada semana, exactamente a las ocho de la tarde, se conducía a sí mismo y a su cerebro adsorbido, absorbido, de calle en calle, buscando sentir el aire o el roce con otro cuerpo - estará también al vacío? necesitará de algo? acaso respira? se preguntaba.

al girar la esquina de una calle cualquiera, con las manos en los bolsillos contando calderilla mientras apretaba fuerte el entrecejo, tropezó con la pierna extendida de un anciano tendido contra la pared de un edificio que, por lo demás, era como cualquier otro ( quizá se tratase de una de aquellas personas cuyas atropelladas vidas se reflejan en los accidentes geográficos de su piel y su cuerpo, para las que el tiempo pasa rápido y mal, o quizá demasiado lento. por lo demás, es indiferente)

al volver la cabeza y destensar el entrecejo, observó que aquel individuo de laxa presencia, disponía frente a sí un cuenco de cartón donde otros transeúntes, vacíos o no, menos absortos, depositaban todo tipo de monedas que, por lo general, les molestaban en los bolsillos. un instante nomás de contacto visual con el cobre moldeado le valió para entender que algo profundamente injusto estaba sucediendo.

no es acaso cosa insultante la pose relajada, sobre el adoquín lustroso, de aquel despojo? de qué manera su piel dorada le mostraba una vida sin preocupaciones! Hasta lleva reloj, para qué mierdas querrá saber la hora? y esas monedas le caen encima mientras bebe o fuma o habla o incluso ríe

todo esto le pasaba por la cabeza, mientras giraba cada vez más rápido con sus dedos, dentro de sus bolsillos, dos o tres monedas. y girando las monedas más rápido, y más rápido, sin poder olvidarse de la presencia provocativa del cobre en el cuenco, le pegó una patada y lo mandó al medio del asfalto. sin pensárselo, le escupió encima y siguió entonces su camino, con sus manos en el bolsillo, con su entrecejo más fruncido, y con el sentimiento de tranquilidad y plenitud que te otorgaba el sentirse,

en aquel preciso momento,

tremendamente

vivo


2

Le ruego visualice la siguiente escena en su plenitud:

las paredes de la sala rectangular están compuestas por enormes cristales desde los que se puede contemplar el interior de los demás edificios. los escritorios, lo suficientemente amplios como para acoger una silla y un ordenador portátil, se disponen alineados contra las paredes, de modo que las pantallas quedan completamente a la vista desde cualquier ángulo. cada uno de los escritorios, además de sillas y portátiles, acoge el cuerpo de una persona que se sienta erguida frente a la pantalla del ordenador. en esta posición, distraen su mirada tres segundos cada diez minutos y relajan sus pupilas al contacto de la cálida luz del sol que ilumina solo las plantas más altas de los edificios aledaños. en el centro de la sala, alrededor de una mesa blanca, dos hombres y dos mujeres vestidas con ropa de deporte agitan compulsivamente una caja de cartón, mientras sus labios se expanden a lo ancho de sus rostros de modo que sus ojos quedan completamente abiertos. 

si un programa de reconocimiento facial que ha sido configurado para diagnosticar el estado emocional de sus pacientes analizara sus expresiones, dictaminaría que estas y estos individuos se encuentran en un estado de inmensa felicidad, o quizá de absoluta locura.

uno de los individuos vestido de traje, de un arrebato, introduce la mano en la caja y saca un sobre, en el cual está escrito el número de uno de los pupitres que protegen las ventanas. sin abrirlo, los dos hombres y las dos mujeres que antes agitaban la caja se acercan hacia el afortunado para comunicarle la noticia. pero esta noticia no es privada. todos y cada uno de los cuerpos que teclean compulsivamente sobre el teclado deben interrumpir su tarea y girarse 180 grados alrededor de su silla de escritorio para ser testigos del suceso. el receptor de la buena nueva observa perplejo las pupilas dilatadas de aquellos individuos y su mueca empieza a adaptarse para imitar aquella de sus visitantes. en el momento exacto en el que el ultimo pliegue del rostro del afortunado se adapta al suyo, uno de los individuos vestido en ropa de deporte saca de su bolsillo derecho un revolver y dispara sobre la cabeza del afortunado. 

Los rayos del sol que iluminan la mañana de aquel indiferente día de octubre en el que la niebla matinal ha ido a refugiarse a las calles más oscuras de la ciudad interrumpen su camino a través de los cristales al toparse con densas gotas de sangre, proyectando sobre el blanco del escritorio una preciosa combinación de luces y sombras rojizas, igual que la luz coloreada que atraviesa las grandes vidrieras de una catedral gótica

 los cuatro de indumentaria deportiva, sin alterar su rostro, comienzan a limpiar el cuerpo ensangrentado del afortunado con su propia orina. una de ellas abre el sobre que estaba plagado de billetes y los vierte sobre el cuerpo, utilizándolos como combustible para prender fuego a aquella masa inservible. todos y cada uno de los presentes en la sala mantiene la mirada fija en la piel siendo consumida por las voraces llamas, mientras el olor a carne quemada se introduce en sus fosas nasales. algunos de ellos, de forma instintiva, empiezan a pensar en su próxima comida, y su boca empieza a salivar. esta reacción completamente natural de sus cuerpos, al ser racionalizada, les provoca nauseas, vomitando lo que fuera que se encontraba dentro de sus estómagos. cuando las llamas se han consumido, los individuos vestidos de deporte vuelven a colocar lo que queda de cuerpo frente a su pantalla, frente a su ordenador, para que todos los demás contemplen, cada mañana, el lento y agónico proceso de descomposición de la carne inerte. todos estaban satisfechos con la explicación de los individuos en ropa de deporte, que se habían puesto unos zapatos y habían recorrido la sala para hablar personalmente con el resto de desafortunados mientras estrechaban sus manos y les abrazaban amistosamente. estaban tan contentos de haber establecido aquella relación tan fructífera y sólida con cada uno de los desafortunados que algunos se sintieron afortunados. otros, sin embargo, se encogían de dolor mientras sus músculos se contraían al pensar en la sensación de cientos de billetes ardiendo sobre su cuerpo, y abatían de forma compulsiva el teclado, olvidándose de descansar la mirada cada diez minutos para observar la ciudad desde las alturas. todo aquello, a él, sin embargo, le excitaba enormemente. una pulsión interior se había apoderado de su pecho y litros y litros de sangre se repartían frenéticamente por todas las venas de su cuerpo, dilatando a su paso los conductos adormecidos y expandiendo unos milímetros apenas imperceptibles los límites de su piel, como intentando escapar de ella a cada pulsación, haciéndole sentir un poco más grande, un poco mas absoluto, mientras encadenaba una detrás de otra las teclas de su ordenador, cuyo tacto se había amplificado hasta invadir por completo su espacio mental y fundirse con su conciencia. a medida que esta conciencia luchaba por romper la piel de sus yemas y verterse por completo sobre el teclado, las distintas capas de la meninge comenzaban a secarse, adhiriéndose a la superficie interior del cráneo y conservando, en la parte interior, la intricada red de laberintos que configura la corteza cerebral en la que había sido codificada su vida. Era como si el paso del tiempo hubiera sedimentado lentamente diminutas partículas de polvo de un grosor tan fino que cada pequeña rugosidad habría quedado reproducida a la perfección, esperando a ser descubierta en algún lugar remoto bajo la tierra.

Kathy Aker dice I write in the dizziness that seizes that which is fed up with language and attempts to escape through it: the abyss named fiction. For I can only be concerned with the imaginary when I discuss reality or women.

Yo digo mi lenguaje es incapaz de capturar por completo todo aquello que conozco a través de mi cuerpo, todo aquello que desconozco saber hasta que mi conciencia escapa de la mazmorra oscura de mi mente y se funde con mi carne. solo entonces quedo libre del peso de la duda y es entonces cuando la realidad se vuelve insostenible. yo digo que a través de la ficción logro cerrar ese abismo que separa nuestros cuerpos, llenándolo de palabras. escribo en el vahído que se apodera de aquello harto del lenguaje e intenta escaparse a través de él

bienvenidas


3

El Tribunal Supremo revisa una sentencia que obligaba a los bancos a pagar el impuesto sobre las hipotecas. Un Francotirador intenta acabar con la vida del actual presidente del gobierno por la amenaza de la posible futura exhumación del cadáver putrefacto del antiguo grandísimo de España muerto en su lecho y enterrado en gloria divina. El actual presidente del gobierno llegó al poder tras una moción de censura al anterior presidente del gobierno. El anterior presidente del gobierno perdió su puesto tras más de seis años en el poder porque un miembro de su partido fue grabado robando en un supermercado lociones antiarrugas y el actual presidente del gobierno no pudo aguantar más con ese teatro. Un amigo me ha dicho que su amigo le ha dicho que su amigo cree que lo de ir a buscar los cadáveres de las victimas del franquismo a las cunetas que bueno que si que esta muy bien y eso pero que no crea hegemonía y que ya a nadie le importa y mientras tanto yo ando por las calles con miedo a tropezarme con los huesos desconocidos de mis antepasados roídos por los perros callejeros roídos por el tiempo roídos por el olvido y pensando en el cadáver putrefacto en la silla frente al ordenador. Es 6 de noviembre de 2018 y esta misma noche el valor de los bancos sube en Bolsa

same old madness   

delcampo

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